miércoles, 5 de noviembre de 2008

FORMANDO GRUPO !!!!!!!!!


El Ministerio de Cultura otorgará una "especial dedicación a la danza", según su titular, César Antonio Molina, quien confirmó los contactos de su departamento con la bailarina Tamara Rojo, quien tiene un proyecto para crear una compañía de danza clásica.
Diferentes voces del mundo de la danza clásica vienen reclamando la necesidad de una compañía nacional para esta disciplina.
En un encuentro con medios de comunicación, César Antonio Molina recordó que el pasado 10 de septiembre coincidió en el Teatro Real, con motivo del homenaje a Maya Plisetskaya, con la bailarina española Tamara Rojo, primera figura del Royal Ballet de Londres y que presentó un proyecto para la creación de una compañía de danza clásica en España.
"Quedamos en que hablaríamos y el director general del Instituto Nacional de las Arte Escenicas de la Música (INAEM), Juan Carlos Marset, está trabajando en esto; vamos a ver lo que podemos hacer, pero habrá una especial dedicación a la danza", señaló el titular de Cultura.

DE FIESTA !!!!!!!!!!!


Las Fiestas de San Isidro en Madrid tienen este año una amplia oferta cultural en la que se incluye una peculiar representación de El lago de los cisnes. La bailarina Tamara Rojo representará varios fragmentos de esta obra, en un escenario montado especialmente para el evento sobre el estanque del parque madrileño del Retiro. Se colocarán además gradas, con una capacidad para más de cuatro mil espectadores. El espectáculo se representará la noche del 13 de mayo.

DE COMPRAS !!!!!!!!!


Tamara Rojo, primera bailarina del Royal Ballet de Londres y premio Príncipe de Asturias a las artes, ha sido escogida por la marca de ropa Hoss Intropía como imagen para esta temporada otoño/invierno 2008/2009. La bailarina, como si de una auténtica modelo profesional se tratase, protagoniza el catálogo de esta famosa firma. Tamara Rojo viajó hasta Madrid para presentar la colección de la que es imagen en el Teatro Häagen-Dazs. Allí los asistentes pudieron disfrutar de una exhibición, en la que la bailarina, descalza y envuelta en una vaporosa túnica en color salmón, deleitó al público con la obra Cinco Valses de Brahms a la manera de Isidora Duncan.

INFORMACIÓN IMPORTANTE


Tamara Rojo, con una interpretación innovadora de extraordinaria belleza, aúna el estilo del ballet clásico con el contemporáneo. Nacida en Montreal (Canadá) en 1974, y con nacionalidad española, es primera bailarina del Royal Ballet de Londres desde el año 2000. Dio sus primeros pasos artísticos en el Centro de Danza Víctor Ullate (1983-1991), completando su formación con David Howard y Renatto Paroni. Tras formar parte de la Compañía de Ullate (1991-1996), su carrera dio un giro internacional, auspiciado por Galina Samsova, quien la invitó a bailar en el Scottish Ballet (1996-1997). Con esta compañía interpretó, entre otras obras, El lago de los cisnes, El Cascanueces, Romeo y Julieta y La sylphide. Alcanzó el estatus de bailarina principal en el English National Ballet (1997-2000), categoría con la que se incorporó al Royal Ballet de Londres, invitada por Sir Anthony Dowell en julio de 2000. Con su incorporación al Royal Ballet en 2000, Tamara Rojo, a sus 25 años, se convirtió en la primera española en formar parte de la compañía más importante del Reino Unido y una de las más prestigiosas del mundo. Fue, además, la más joven artista en la historia del ballet que asciende al puesto de primera bailarina. Ha actuado, como artista invitada, con el Ballet del Teatro La Scala de Milán, el Ballet de la Ópera de Niza, el Arena de Verona, el Ballet Nacional de Cuba y el Ballet de la Ópera de Berlín y ha participado en numerosas galas de ámbito internacional. Desde sus primeros pasos profesionales, Tamara Rojo ha realizado papeles de múltiples matices, cuyo denominador común es la exigencia de una gran madurez interpretativa, destacando las coreografías neoclásicas de la escuela holandesa y las de hondo significado y raíz hispánica de Ullate, como Volando hacia la luz y Concierto para Tres, o las renovadas por Derek Deane como Romeo y Julieta. Su carrera profesional se ha visto jalonada con diversos premios, tales como la Medalla de Oro y el Premio del jurado en el Concurso Internacional de Danza de París (1994), que consiguió con apenas veinte años; el Premio de la crítica italiana (1996), la denominación de Bailarina Revelación del Año por el Times londinense (1997) y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (España, 2002). En 2001 recibió el Premio a la Mejor Bailarina de los Premios Nacionales de Danza que otorga el Círculo de Críticos del Reino Unido. En 2004 obtuvo el Premio al Valor de los premios Positano "Leonid Massine" y fue nombrada embajadora de la Fundación Hans Christian Andersen de Dinamarca.

DE CUMPLEAÑOS !!!!!!


Los 25 años de la temporada de danza de la obra social de Caixa Tarrassa se celebrarán por todo lo alto el 19 de octubre con una gala de estrellas internacionales del ballet, con Tamara Rojo como protagonista. Pero la única temporada de danza estable del Estado no es el único atractivo de la temporada artística que se cocina en el Centre Cultural de la cocapital vallesana, porque también habrá música, programación infantil y familiar, chispas de teatro, exposiciones y nuevas citas de su programa pedagógico.
La gala de ballet del 19 de octubre contará, además de con el arte de Tamara Rojo, con las actuaciones de Federico Bonelli (acompañando a la bailarina española en pasos a dos de «Esmeralda» y «Manon»), de las escenas del cisne negro y del cisne blanco del clásico de Chaikovsky a cargo de Shoko Nakamura y Ronald Savkovic, del Ballet de la Staatsoper de Berlín; el «Boléro» raveliano con Myrna Kamara del New York City Ballet, selecciones de «Don Quijote» e «Il Corsaro» con Natalia Domracheva y Viktor Ischuk del Ballet de la Ópera de Kiev y selecciones de «Bella durmiente» y de «Romeo y Julieta» con Maya Dum-chenko y Vladimir Shkyarov.
Recoge el testigo de la XXV temporada de ballet la danza africana de George Momboye seguida del «Don Quijote» del Ballet Imperial de Rusia, una gala August Bournonville que recuerda al coreógrafo del Ballet Real de Dinamarca a cargo de esta misma compañía, el programa «Tango Metropolis» y la versión de Antonio Gades de «Bodas de Sangre» por la compañía del «bailaor».

sábado, 11 de octubre de 2008

ENTREVISTA A TAMARA ROJO




Definitivamente es una de esas personas nacidas para triunfar. Al oír sus anécdotas de cómo empezó en la danza y los caminos que anduvo hasta llegar a ser primera figura del Royal Ballet “una de las compañías de ballet–según nos dice– más importantes del mundo”, uno no puede dejar de pensar en que Tamara Rojo realmente ha estado en el lugar y momento adecuados, que es una mujer con ángel y también, que no habría mejor lugar para ella que el escenario, pues al hablar, se deshace en gracia y ademanes por demás expresivos, que descubren en momentos a una Tamara, niña, mujer, artista y bailarina. A sus 33 años, exitosa y multipremiada, Tamara Rojo nos platica cómo ha logrado llegar a ser una de las bailarinas más reconocidas y seguidas por el público de la danza en diferentes escenarios del mundo.





DPM. ¿Dónde naciste?


Nací en Canadá porque mis padres vivían ahí, pero meses después se mudaron a España así que, realmente mi nacionalidad es española.



DPM. ¿A qué se dedican tus padres, ellos tienen algo que ver con la danza?


Mi padre es ingeniero industrial y mi madre era contable y luego se hizo directora administrativa de Burguer King España. Así que, ninguno de los dos tienen nada que ver con la danza.



DPM. ¿Cómo fue entonces tu primer contacto con la danza?


Fue en el colegio, en actividades extra escolares que había por la tarde. Un día estaba lloviendo, hacía mucho frío en Madrid, era invierno, mi madre trabajaba, entonces me recogía más tarde y la maestra me dijo que la esperara dentro del gimnasio del colegio. Cuando entré, vi que estaban dando clases de ballet y dije, esto me gusta, no sabia lo que era pero cuando vino mi madre yo no me quería ir, tenía cinco años y desde entonces quise hacer ballet y no descansé hasta que me apuntaron.



DPM.¿ Cuál fue tu primera escuela profesional?


La de Víctor Ullate. Él tenía un grupo que actuaba en la televisión española, ahí yo los vi, quería bailar como esas niñas. Entonces mi madre me apuntó y empecé a trabajar más duro.



DPM. ¿Sientes que sacrificaste algo de tu niñez y juventud por la danza?


Nunca he sentido que haya sacrificado algo en ningún aspecto, realmente yo quería pasar más tiempo bailando de lo que me dejaban, mi madre me ponía condiciones: ¨si no sacas buenas notas, no haces ballet¨. Entonces tenía que superar todas esas barreras para llegar a la clase de ballet todos los días que era lo que yo quería. El día que el maestro me dijo que tomaría clases por la mañana y por la tarde, para mí fue una felicidad. Tuve que dejar la escuela de día y empecé a ir por la noche.
A mí, la danza siempre me dio más, me dio experiencias, pude viajar, en verano iba a cursos internacionales de ballet, aprendí idiomas, aprendí que la gente de otros países es interesante, disfruté de otras culturas a una edad muy temprana, aprendí muchas cosas; entonces, me parece que la danza me ha dado mucho más de lo que en teoría he sacrificado, en realidad, nadie nos obliga a ser bailarines, no es la armada, uno hace lo que quiere y en cualquier momento puedes dejar de hacerlo, así que me parece que es un drama, un poco exagerado, eso del sacrificio.



DPM. ¿Con qué compañía fue tu primer trabajo profesional?


Con la compañía de la comunidad de Madrid que dirigía Víctor Ullate. A los 17 años, Víctor me hizo aprendiz de la compañía; una semana después, una bailarina se lesionó y me preguntaron: ¨¿te puedes aprender este ballet para mañana?¨ Dije que sí y al día siguiente ya estaba bailando.



DPM. ¿Cómo y por qué llegaste al Royal Ballet?


En realidad, en España no había mucho Ballet que ver… Tenemos una historia interesante, Diaghilev estuvo ahí, pero todo eso se perdió con la monarquía. Entonces, desde muy joven era muy difícil ver ballet realmente aprendíamos de videos y los que más me gustaban eran los de la Opera de París y del Royal Ballet. De la Opera de París me gustaban los videos que hizo Makarova donde podías ver a Sylvie Guillem, Grand Pas Clasique y más. Pero la Opera de París era inalcanzable. Como extranjero no había posibilidad de entrar, todos vienen de su escuela y lo entiendo, hacen unos bailarines tan buenos. Y los otros videos que realmente me enseñaron otro mundo de la danza, que me despertaron como artista fueron los de Kennet MacMillan, Romeo y Julieta, Mayerling y, sobre todo, Manon.
Recuerdo que viendo esos videos entendí que me había hecho bailarina para algún día hacer esos ballets y que si no llegaba a hacer nada más, por lo menos tenía que llegar a bailar Romeo y Julieta, Mayerling y Manon. Entonces, en el 96, me ofrecieron un contrato para el Scottish Ballet y tuve mucha suerte porque con Víctor Ullate no se hacía ballet clásico. Muy rápido tuve que aprender y, como era una compañía pequeña, realmente me dieron mucha atención y mucho cuidad. En tres meses hice La Sílfide de Bournonville, El Cascanueces, El Lago de los Cisnes de Galina Samsova la directora, y Romeo y Julieta de John Cranko. Entonces, de pronto, hice muchísimas cosas de diferentes estilos y, en una función de Romeo y Julieta, el director del English National Ballet, Derek Deane me vio. El estaba buscando una Julieta para su producción que iba a hacer al año siguiente, entonces me ofreció un contrato para Londres en el English National Ballet y me dije: ¨¿Mas Cerca?¨. Y bueno, tres años después, la verdad es que me dije, ¡ya tengo que intentarlo! Llame por teléfono al Royal Ballet y Anthony Dowell me atendió. Platicamos. Seis meses después me devolvió la llamada diciéndome que había un contrato. Así que al final, eso fue lo que menos me costó, entrar al Royal Ballet.



DPM. ¿Entonces, desde un principio tuviste claro tu objetivo de llegar al Royal Ballet?


No lo tenía tan claro, pudo haber salido mal pero tuve suerte, estuve en el momento justo para que las personas adecuadas me vieran y me dieran una oportunidad y luego, eso sí, las oportunidades las estrujé, hice todo lo posible. En ese momento se iba del Royal Ballet una bailarina y necesitaban tener a otra que tuviera el suficiente seguimiento de prensa. Anthony pensó que era la jugada perfecta, y sí, ha salido bien (riendo) a mí me ha salido bien.



DPM. Has bailado en varias ocasiones con Ballet Nacional de Cuba, ¿hay una relación especial con Cuba y los bailarines cubanos?


Si, tuve maestros cubanos desde muy pequeña, Víctor Ullate los invitaba a dar clase a su compañía. La última que estuvo, que además considero mi maestra es Loipa Araujo, que es con la que más trabajo y aprendo, tenemos proyectos en conjunto.



DPM. ¿Actualmente sigues trabajando con Loipa?


Sí, ella viene mucho a Londres o yo voy a Cuba a trabajar con ella, o a España que también trabaja ahí, en la universidad. Si tengo días libres y algo que preparar pues la busco y trabajamos. Es una mujer que ha viajado por todo el mundo y tiene tanta inteligencia, tantas formas de ver un rol… La he visto trabajar con otras gentes y a cada quien le sabe dar lo que necesita. Es fantástico, por eso me siento agradecida con Cuba y con el Ballet de Cuba, porque de alguna manera parte de su técnica es mi técnica, nuestra forma de bailar es muy parecida.



DPM. ¿Cómo es tu relación con tus partners?


La verdad me llevo siempre bien. Digamos que ha habido alguna excepción pero no lo voy a nombrar (riendo) ¡no se lo merece! En realidad me llevo bien con todos. Con Carlos Acosta me llevo fenomenal, somos como hermanos, nos entendemos muy bien, nos conocemos desde pequeños, lo mismo José Manuel Carreño, con quien también bailo a menudo, con Iñaki Urlezaga, Julio Boca, Federico Bonelli… No sé, en general me llevo bien, creo que no soy una bailarina difícil, eso lo tendrían que decir ellos, pero nunca he tenido grandes problemas, me gusta el trabajo de equipo, cambiar de pareja, saber el punto de vista de otra persona, cómo afrontan las coreografías o los roles.



DPM. ¿Y tu relación con el resto de la compañía, cómo es?


Bien, sabes, es una compañía muy ecléctica, hay gente de todo el mundo y la verdad es que vamos de gira muy poco, no es una compañía como el English National Ballet, que es como un grupito cerrado que todo el mundo sabe todo y todos se conocen. En el Royal Ballet cuando acabamos de trabajar todo el mundo se va a su casa y es como México, es grande, entonces desapareces, sales con algunos que son realmente tus amigos mas allegados. Es una compañía grande, diferente digamos menos entrelazada, también eso es sano.



DPM. ¿Cuando sales al escenario, ¿sigue habiendo nervios?


Pues depende de lo que bailes, los clásicos siempre tienen un punto de nervios y de tensión porque, es lo que es, si te caes no hay forma de mentir, te has caído y punto, pero una vez que estás en el escenario el nervio se pasa y lo disfrutas, lo pasas bien.



DPM. ¿En qué te inspiras para bailar?


No sé si es una inspiración, una especie de fuerza que no soy muy consciente de dónde viene esa… esa luz, esa libertad. Suena un poco raro, metafísico, pero es como si te salieras de tu cuerpo, hay una cierta distancia entre lo físico y lo mental, sientes que todo pasa un poco más lento. ¿En otra dimensión? un poquito (sonriendo). No quiero decir eso porque suena que estoy loca pero, de repente estás en el escenario y todo pasa como en otro plano y casi puedes ver lo que está viendo el público mientras lo haces, tú sabes cómo se ve desde afuera. Para mí esas son las mejores actuaciones, el cuerpo casi lo hace solo, no hay que pensar nada, todo va saliendo.



DPM. ¿Hay algún papel o ballet que no te guste hacer?


El Cascanueces no me gusta tanto. El primer año que estuve con el English National Ballet hice 62 Cascanueces, y la verdad es que ahora no lo hago más, si tengo que hacerlo lo hago, es muy fácil, es sólo un paso a dos pero, no es algo que artísticamente me llene, no desarrolla nada.



DPM. En la compañía, ¿tú decides qué bailar?


La directora artística decide qué ballet le quiere dar a cada bailarín y luego si hay algo que realmente no nos gusta, podemos decir si lo queremos o no hacer.



DPM. ¿Algún ballet favorito, por qué?


La Sílfide de Bournonville me costó muchas y muchas semanas de trabajo por lo que se convirtió en uno de mis roles favoritos, además es de los que mejores críticas he recibido y eso ocurre: los roles que no son tan obvios, que la gente pensaría que no te van bien y tienes que luchar y trabajar por ellos, de repente les encuentras otra forma y es nuevo y a la gente le gusta así, es otra forma de ver La Sílfide, otra forma de apreciarla. Entonces, puedo decir que he tenido muy buenos resultados con un ballet que de principio no era para nada mi estilo y, en general, los ballets que más trabajo me han costado, terminan siendo mis favoritos.



DPM. A las primeras figuras como tú, ¿qué tanta libertad les dan a la hora de bailar, les permiten hacer cambios en las coreografías?


Depende, digamos que en los clásicos los maestros son más flexibles, por ejemplo, en La Bella Durmiente, los principales tenemos algunos brazos diferentes, hay mas flexibilidad porque bueno, quién va a decir, ¨esto era así¨. Que venga Petipa y lo diga. Hay tantas versiones que todo mundo cree tener la auténtica, eso es imposible.
Pero en ballets de Kenneth MacMillan lo increíble es que han sido capaces de mantener la estructura de la coreografía, pero la interpretación es totalmente libre siempre. Yo creo que por eso es un coreógrafo tan vivo y tan relevante en todas las generaciones, sigue creciendo como coreógrafo porque las nuevas generaciones le aportamos innovadores puntos de vista y nuevas formas de hacer, cosas que, por ejemplo, desde mi punto de vista con Cranko, no sucede.
Cuando veo una coreografía de Cranko para mí todo es tan rígido, todos tienen que hacer lo mismo uno tras otro, en ese aspecto han sido más inteligentes las personas que han guardado a MacMillan porque se han dado cuenta que mejores artistas lo van a hacer mejor siempre. Por ejemplo, con Ashton es más particular porque sus ballets son más de estilo que interpretativos y en el Royal Ballet son muy estrictos con el estilo, y eso lo entiendo, es como con Balanchin, tienes que respetar el estilo coreográfico, y después viene la interpretación personal.



DPM. ¿Qué hace Tamara Rojo después de una función?


Pues generalmente ir a cenar, relajarme, no irme a la cama enseguida de bailar, eso es imposible porque la cabeza sigue dando vueltas. Ya después intento dormir lo más posible.



DPM. ¿Con qué coreógrafo te ha gustado más trabajar?


Mats Ek. Trabajar con él fue un sueño hecho realidad. Me enfrenté con un genio. Trabajar en un estudio con él es una maravilla. Nunca he tenido tantas ganas de aprender como con él. Por las mañanas me levantaba y ya quería estar ahí en el estudio doce horas al día. Iba a mis ensayos y luego a los ensayos de los demás, intentaba absorber todo, por todos los poros. Ese hombre me parece increíble, cada palabra que decía tenía un sentido, nada es gratuito. Nunca tiene necesidad de hablar por rellenar el silencio, todo tiene un significado y cada paso también. Ahora disfruto más sus coreografías después de conocerlo.



DPM. ¿A quién admiras?


A mucha gente, no toda viva, admiro mucho a Ninette de Valois y lo que ella logró hacer de la nada, en un país sin tradición de la danza, me gustaría hacer algo en España aprendiendo de lo que ella hizo. Admiro mucho a Diaghilev, Nureyev, a Loipa Araujo. Admiro también el cine Mexicano, a sus actores y directores, creo que son fantásticos. De todo esto y muchas otras cosas uno se alimenta, enriquece y aprende.



DPM. ¿Qué es lo que más te gusta de ti?


(riendo y sonrojada). Eso sí que no lo puedo contestar… bueno digamos que, la perseverancia, soy muy cabezona, es lo mejor que tengo.



DPM. ¿Tienes algún pasatiempo?


Todos los que pueda meter en la agenda: el cine, pasear, viajar, me gusta mucho leer, sobre todo literatura hispanoamericana y española, procuro leer todos los días.



DPM. ¿Que te hubiera gustado ser, de no haber sido bailarina?


La verdad es que desde pequeña yo quería ser todo, cada semana era una cosa diferente. Bailarina y abogado, bailarina y médico, bailarina y enfermera, siempre bailarina y algo más. No lo sé. Algunas veces pienso que me hubiera gustado ser actriz pero eso sí, creo que hubiese sido artista de todas maneras.



DPM. A lo largo de tu carrera has recibido muchos reconocimientos y premios. Uno de los más importantes ha sido el premio “Príncipe de Asturias”, cuéntanos cómo fue.


Para mi, obviamente fue un gran honor porque las personalidades que lo han recibido son grandes nombres en el mundo y que me pusieran simplemente como candidata junto con Maya Plisetskaya, que es una Diosa de la danza, y al final nos lo dieran fue de verdad un honor, sobre todo fue importante por lo que significaba como respaldo de las autoridades, de La Familia Real a la danza en España, que es algo que necesitamos porque no hay una compañía profesional de ballet clásico. Además, que el Príncipe de Asturias dijera en su discurso: ¨va siendo hora de que apoyemos la danza (…)¨, eso ha sido más importante que si me dan el premio a mí o a cualquier otro. Además, a partir de entonces, la prensa, los medios, han tomado más responsabilidad, hay mucha más atención a la danza en España.



DPM. ¿Cómo te enteraste de la nominación y de haber ganado el premio?


De la nominación, me llamó para avisarme el presidente de la fundación del premio Príncipe de Asturias y claro, yo lo agradecí. Pero del premio, yo estaba de gira en Corea y me enteré porque al llegar a mi habitación de hotel, después de un ensayo a las diez de la noche, me llaman y en ese momento veo la lucecita roja del teléfono parpadeando, miles de llamadas perdidas. Contesto y me dice una voz en español: ¨Hola somos El País; que queremos saber sus declaraciones¨. Y pensé: ¨declaraciones de qué¨. Le pedí un momento. Entonces oí los mensajes de mi padre, mi madre, toda mi familia, el presidente de la asociación en fin, todo mundo… Y me pasé toda la noche contestando el teléfono –como en España era de día y el premio se había dado por la mañana–, tenía que hablar con todos. Fue muy bonito. Al otro día me fui a celebrar.



DPM. Si se creara una compañía profesional de ballet en España ¿te gustaría ser parte de ella bailando o dirigiendo?


Sí, me gustaría dentro de un tiempo ser directora artística, siempre y cuando tuviera un equipo fuerte detrás. Sería importante que todavía pudiera bailar para crear un público, porque la gente va a ver nombres. Es un poco como el cine. Vas por ver a tal o cual actor o director. Esa es una realidad. Me gustaría empezar así, bailar quizá los últimos tres o cuatro años de mi carrera para dar paso a las nuevas generaciones de artistas, crear un nombre para la compañía y para las generaciones que vienen detrás, para que no sea una compañía de diez días, ni la compañía de Tamara Rojo. Eso no sirve de nada porque un día yo no estoy y eso ya no existe. Tendría que ser una compañía Nacional con sus estrellas y que esas estrellas vayan creciendo y se tenga un futuro a muy largo plazo, aún sin Tamara Rojo y con otros directores. Eso es lo que a mí me interesaría, si algún día se hiciera.



DPM. ¿Como bailarina, has logrado todo lo que te has propuesto?(sonríe).


Más o menos. Los sueños cambian, entonces uno no logra todo porque buscas una cosa, y te das cuenta que hay otra mejor. Entonces, parece que nunca llegas a ningún lado y te sientes igual, pero estoy satisfecha con lo que he hecho.



DPM. Si volvieras a nacer, ¿volverías a hacer todo lo que has hecho?


Yo creo que sí, quizá no todo igual. Sería bailarina, pero lo haría de una manera más fácil. ¿Cómo? ¡Entraría en una buena escuela desde el principio, como la escuela de la Opera de París?.



DPM. ¿Eres feliz?


Sí, yo creo que sí. Todos tenemos nuestros momentos. Eso de la felicidad constante no creo que exista.



DPM. ¿Qué crees que estarás haciendo en diez años?


Retirándome seguramente. Acabando de bailar, espero que no me cueste demasiado. He visto a grandes bailarinas que les ha costado mucho. Yo quiero hacerlo con dignidad y en el momento justo y luego devolviendo lo que he aprendido, pasar esos conocimientos. He tenido la suerte de viajar mucho, trabajar con muchos maestros y conocer diferentes técnicas. Espero, en un futuro poder enseñar todo eso, ya veremos… o me habré casado con un multimillonario (carcajadas).